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Charlas de café. Hilo social y cualquier tema de interés o entretenimiento.

 #87357  por Charlie
 
Sailaw escribió:El día que me disfrace, comiencen a temblar!!!!!!!!!!
Sailaw, seguramente tus relatos “disfrazados”, serán muy buenos.

Por ahora, desisto del disfraz, hasta que lea algunos relatos masculinos.

Espero que no te atribuyan comentarios ajenos a tu persona como sucedió en mi caso, y lo comentamos jocosamente ayer.

Por si alguien no lo leyó, lo transcribo:

“Las mayores carcajadas de la tarde fueron las mías, al enterarme de un comentario que hacía referencia a mi persona. Se lo pregunté tres veces a mi compañero de mesa, y cada vez que me respondía afirmativamente, me volvía a reír.

La intuición femenina no siempre acierta”


:roll:

Saludos.

 #87381  por Sailaw
 
Charlie, meté tus relatos, sin resquemor, tenes un abogado amigo (Yo) que te va a efectuar una buena defensa!!!!!!!!!!!!!

 #87456  por Kriptonita
 
Hyde escribió:Estimada Kriptonita: Como a Stevenson, el embrujo me inspiró. Años de ejercicio de mi profesión, como el Dr. Jekyll, traté de idear pócimas fantásticas para sobrellevar las desilusiones y crear algo nuevo. En búsqueda de lo creativo no lo mecánico caigo hondamente y nadie sospecha....Cada día me visto . Sonríen al verme en tribunales. Sólo un funcionario que aún busca cierta pieza que desapareció de su escritorio me mira extrañamente... Aveces, llego a mi casa después de deambular sin saber por donde, con las manos manchadas de tinta ( hojas de expedientes arrancadas) No me reconozco. Jekyll, la justicia...Yo
Será la pastilla azul, la verde mezcladas con algún cognac.
Será alguien que he visto de lejos y su imagen es más poderosa que toda mezcla????
Kriptonita como ve Superman no soy...No es Ud quien me debilita..... 8)

Pero doctor, no se me amilane, que al fin y al cabo Mr. Hyde siempre fue más interesante que Dr. Jekill. Déle, cuéntese algo de cuando se transforma...

 #87477  por prodigybest
 
HAY CHARLIE YO TAMBIEN CREIA ERA USTED... PERO EN ESA MESA DE AYER.. EL RELATOR ESTABA... O SI ES UN CHISTE PARA DESPISTAR SERA USTED... lo cierto es que ha sido materia de mucha discusion... y sinceramente viéndolo con perspectiva, con humor. Lo bueno es que El relator aceptó bajar su hot post por si solo... se merece segunda oportunidad.... se sabrá una de Disney???

 #87482  por paloma
 
el RELATOR está entre nosotros... puedo sentirlo...

 #87534  por Ulpiano-mdp
 
La verdad es que el relato suprimido, me lo perdi y por eso no llegue a leerlo.- No puedo emitir opinion sin mirar.- Tal vez el relator seria tan amable de enviarmelo por mp, asi me pongo al tanto...Che, en este post hay de todo!!! Encontre xxx, boxeo, ratones, gente que busca gente, caretas...Que mas se puede pedir?

 #87544  por Charlie
 
Mariela, si has leído mis respuestas a los colegas o mis anécdotas (solo conté dos), habrás notado que jamás he usado una palabra vulgar. Nunca. Es que no me gustan, no es mi estilo.

Ni siquiera soy bueno para los chistes; es más, no cuento nunca chistes porque soy muy malo para eso (los comunes y los otros). Tampoco cuento chistes para despistar (a propósito: ¿cuál es el chiste a que se refiere tu pregunta?).

No leí el segundo mensaje de “El relator”, por lo que no puedo opinar. Pero sí leí el primero, y sinceramente, está bien narrado, salvo en su última frase, que no me agrada.

No sé que fue lo que te llevó a pensar que era yo. Tal vez alguna anécdota, pero repito, si las lees, verás que nunca escribo con palabras vulgares. Soy una persona muy cuidadosa con lo que escribo, tal vez demasiado cuidadosa.

En cuanto a tu afirmación de que “en la mesa de ayer el relator estaba”, te preguntaría: ¿como lo sabes? ¿sos adivina? ¿otra intuición femenina fallida?. No voy a reiterar mi negativa, que respondan los demás asistentes. Si quieren, por supuesto.

Por último, reitero que ni siquiera tengo un segundo “nick”, y si alguna vez se me ocurre contar algo (que lo dudo mucho), veras la diferencia. Mi estilo es más suave, no cuento nunca intimidades (y menos aquí).

Si “El relator” quiere seguir contando, pues que lo haga. En cuanto a mi, lamento no poder (ni querer) hacerlo, ni siquiera una de Disney. Al menos por ahora.

Saludos cordiales, Mariela.

 #87549  por prodigybest
 
Perdon Charlie si mi comentario te molestó. Como veras, no se siquiera tu verdadero nombre de pila .No fue ni seria mi intención.
Solo acoté lo que te decian en la mesa y te causo, a vos mismo, risa. Te pido discupas sinceras si te sentiste ofendido por mi post. Lamento haberte hecho perder tiempo en un descargo innecesario ya que si no hay dudas de algo aqui es que sos un caballero.
"El relator estaba alli en la mesa"... otro chiste mío que te ofendió... solo quiso ser una broma al juntarse cuatro colegas solos... si me lees veras que mis comentarios son de lo mas inocente siempre, nunca busco los segundo sentidos a nada ya que antes que abogada son una señora casada y espero algun día madre, y si me permito bromear es con la conciencia tranquila de mis actos y mis letras. saludos cordiales mariela

 #87551  por MER_
 
Chicos, me parece que "El relator" sabe dosificar muy bien su presencia. Sabe cual es la dosis justa para hacernos quedar con la intriga y perdirle más anécdotas (pero relatadas a un nivel más cercano a Heidi).

Sigo sin tener nada para contar. Quisiera hacerlo, de veras, pero mi vida es demasiado monótona. O quizás soy muy chapada a la antigua (uff...que olor a naftalina). 26 años, 0 anécdotas interesantes. Mátenme.


Saludos! :lol:

 #87556  por DoctorPiccafeces
 
MER_ escribió:Chicos, me parece que "El relator" sabe dosificar muy bien su presencia. Sabe cual es la dosis justa para hacernos quedar con la intriga y perdirle más anécdotas (pero relatadas a un nivel más cercano a Heidi).

Sigo sin tener nada para contar. Quisiera hacerlo, de veras, pero mi vida es demasiado monótona. O quizás soy muy chapada a la antigua (uff...que olor a naftalina). 26 años, 0 anécdotas interesantes. Mátenme.


Saludos! :lol:
¿26 años y 0 de anécdotas interesantes? Vamos, piense en sus años universitarios y algo va a recordar doc...

 #87557  por Sailaw
 
En la mesa estaba el relator?, vaya incognita!!!!!!!!!, quizas es Juan!!!!!

 #87560  por Sailaw
 
Yo se que se cree que "El Relator" soy yo, pero se equivocan. yo soy incapaz de relatar algo verde sin ruborizarme. (o si?)

 #87569  por gitana
 
Charlie escribió:Mariela, si has leído mis respuestas a los colegas o mis anécdotas (solo conté dos), habrás notado que jamás he usado una palabra vulgar. Nunca. Es que no me gustan, no es mi estilo.

Ni siquiera soy bueno para los chistes; es más, no cuento nunca chistes porque soy muy malo para eso (los comunes y los otros). Tampoco cuento chistes para despistar (a propósito: ¿cuál es el chiste a que se refiere tu pregunta?).

No leí el segundo mensaje de “El relator”, por lo que no puedo opinar. Pero sí leí el primero, y sinceramente, está bien narrado, salvo en su última frase, que no me agrada.

No sé que fue lo que te llevó a pensar que era yo. Tal vez alguna anécdota, pero repito, si las lees, verás que nunca escribo con palabras vulgares. Soy una persona muy cuidadosa con lo que escribo, tal vez demasiado cuidadosa.

En cuanto a tu afirmación de que “en la mesa de ayer el relator estaba”, te preguntaría: ¿como lo sabes? ¿sos adivina? ¿otra intuición femenina fallida?. No voy a reiterar mi negativa, que respondan los demás asistentes. Si quieren, por supuesto.

Por último, reitero que ni siquiera tengo un segundo “nick”, y si alguna vez se me ocurre contar algo (que lo dudo mucho), veras la diferencia. Mi estilo es más suave, no cuento nunca intimidades (y menos aquí).

Si “El relator” quiere seguir contando, pues que lo haga. En cuanto a mi, lamento no poder (ni querer) hacerlo, ni siquiera una de Disney. Al menos por ahora.

Saludos cordiales, Mariela.

Increible! Me enamore a simple "leida"
 #87571  por Hyde
 
Sra. Kriptonita: Ojalá pudiera hacerle mis relatos como Mr. Hyde...Pero el grave problema es que, como Ud. Sabe, me transformo producto de las múltiples sustancia que mezclo: COCA, MARIHUANA Y...FANTA.....Por eso nada recuerdo, sólo mis gritos, los restos en mis manos... Algún push up fruto de un intento de manoteo a algo que parecía estar más levantado....
Si, le puedo contar de Jeckyll, él sí ve claramente. No es tan profesional como se cree...En realidad no se encierra porque quiera encontrar invento alguno ni para evadirse...La mezclas que ingiere son para poder tener más resistencia, desde los 28 años ingiere viagra, tres veces por día y después el que anda como loco soy yo...Soy sólo una víctima incomprendida, como el relator....Por eso no relato. Vivo escondido porque se me nota....

 #87577  por El relator
 
Aquí va uno dedicado a Sailaw que ama la navegación.


El día, amanecía soleado, era aún muy temprano, las cinco de la mañana, no había ninguna nube en el horizonte, terminaban los preparativos que se habían iniciado la noche anterior, Alberto revisaba por segunda vez si todo estaba bien, el ajuste y tensión de los obenques, si no había chaveta semiabierta en los tensores, y de una mirada a toda la cubierta, vio que todo estaba en orden, ya había pasado la línea de vida del palo al balcón de proa, y contaban con arneses suficientes para los tres tripulantes, chequeó el motor, no había perdida de combustible, se fijó en la sentina, y comprobó que estaba seca y limpia, se dirigió a la mesa de navegación en la cabina, prendió el VHF, y comunicó la partida del velero con destino a Punta del Este, a la Prefectura (el rol había sido entregado antes), pidió el parte meteorológico, que indicaba vientos suaves del Oeste con probabilidad de lluvias.
Era una embarcación nueva, recién salida del astillero, de 12 metros de eslora (40 pies), aparejada en Sloop (un solo palo). El mismo había sido adquirido por un matrimonio mas o menos joven, de 35 años él y 33 ella, muy pudientes, de clase alta argentina, con dos pequeños hijos, que habían dejado al cuidado de los padres de ella, y que los esperarían en el puerto de destino, donde pasarían las vacaciones de aquel verano.
Era una pareja muy linda, ambos muy llamativos, el alto, delgado, rubio pero con una calva incipiente, ejecutivo enérgico de una empresa de propiedad familiar, y ella una preciosidad rubia de ojos verdes, y un cuerpo que denotaba muchas horas de gimnasio, y unas curvas en su cola parada, piernas perfectas, y su busto chico pero bien erguido, Marian y Ernesto.
Habían decidido tiempo atrás hacer un curso de navegación (el primero, para timonel) y su instructor había sido Alberto, durante el transcurso del mismo, entusiasmados decidieron comprar su propia embarcación.
Fue Alberto el que los acompaño en las primeras navegaciones, cortas, de no mas de 3 horas, "vuelta al perro" como se llama en la jerga náutica, y de esas horas pasadas entre ellos, habían desarrollado una cierta amistad, amén de su condición de instructor, cuando llegó la temporada de vacaciones, fue contratado para que junto a ellos, llevara la embarcación a Punta del Este.
Alberto era de edad madura, 45 años, un marino de años de experiencia, no era su oficio, pero si su hobby, muy conocido en el ambiente náutico, en su haber tenia incontables travesías, incluso de ultramar, era desde hacia unos años profesor de navegación en el club, alto de complexión media, de cabello castaño adornado por bastantes canas, de tez blanca pero muy bronceado por el sol y su reflejo en el agua.
Ernesto y Marian daban toda la sensación de llevarse muy bien, eran muy afectivos entre ellos, Alberto así lo notó, en la soledad de las navegaciones anteriores, en las que también había intuido que ella era una mujer muy sensual, pero en ningún momento existió onda que al menos percibiera, de algún tipo de interés de su parte a algo mas que una amistad.
Soltaron las amarras, y a motor se alejaron de las marinas, dejaron atrás las farolas de puerto, desplegó la vela de proa, e izó la mayor, ya al llegar a la primera boya que indicaba el canal de salida, pudieron apagar el motor, y ser impulsados solo por la suave brisa que soplaba, que daba por el través de estribor (por la derecha del barco, justo en su centro). Ya a esa hora el calor aumentaba, el fresco de la mañana temprano se disipaba.
El barco apenas escoraba, y el movimiento de cabeceo casi no existía porque prácticamente no había ola, la velocidad no excedía de los seis nudos, Alberto conectó el piloto automático, bajó a la cabina, donde Marian ya estaba preparando el café para el desayuno.
Como era muy temprano, no había barcos a la vista, por lo que Alberto o Ernesto cada tanto salían al cockpit, para vigilar no acercarse a alguna marcación de hundimiento o peligro, así vieron como se alejaba la catedral de San Isidro, Puerto Tablas y luego el muelle Anchorena, y se abría la costa al oeste, donde se divisaba el Puerto de Olivos y el Centro Naval.
Desayunaron, conversando de antiguas travesías que había hecho Alberto, y las dificultades a la navegación que presentaba el área donde estaban, sobre todo de hundimientos y del fallido proyecto de los años 60´ la isla Bikini (un intento faraónico de una isla frente al aeroparque de Buenos Aires, que terminó en un desastre, y solo quedó transformado en un peligro para la navegación)
A las dos horas, ya tenían al través la cancha de River Plate, el calor aumentaba, y mucho, Alberto ya se había sacado la remera, así como Ernesto quedando solo en bermudas en el cockpit, Marian desapareció de cubierta para volver solo con una tanga muy pequeña, con la que se puso a tomar sol del costado de babor sobre una de las bancadas (dando la espalda al sol), sacándose la parte del corpiño, para quemarse parejo.
Alberto al ver por primera vez en esas condiciones a esa bella mujer, trató de disimular, ocupándose de ajustar las velas, pero con el rabillo del ojo, de vez en cuando la observaba, era realmente preciosa.
Para distraerse un poco, deshabilitó el piloto automático, tomó la rueda de timón, tratando de hacer ganar un poco de velocidad, sin mucho éxito, ya que el viento era escaso, notando que disminuía hasta caer en el calmón , por lo que dejó en la rueda a Ernesto, y enrolló por completo la mayor, puso en marcha el motor, aumentando la velocidad de inmediato.
Mientras lo hacia, dirigía miradas a Marian, que se había incorporado, dejando a la vista sus pechos desnudos, de una forma natural, pero en su cara creyó ver una leve sonrisa, que a él dedicaba.
Continuaron de esa manera, el calor cada vez mas sofocante, motivo por el cual Ernesto, con un balde, cargó agua del río y se la arrojó a Marian, que se incorporó por la sorpresa al sentir e repentinamente mojado su cuerpo recalentado por el sol, luego cargando nuevamente, se lo arrojó a si mismo.
Alberto hizo otro tanto, pero el calor ya era insoportable, no soplaba una gota de viento, el Sol quemaba desde su mediodía, entonces disminuyo la velocidad, restando gas al motor, tiró dos salvavidas circulares atados al barco por dos cabos mas o menos largos, y bajando por la escalerilla de popa entró en el agua, a la estela del barco, se deslizó hasta uno de los flotadores, siendo seguido de inmediato por Marian que olvidó el corpiño en el apuro de refrescarse, terminando a su lado, remolcados por el barco, una sensación deliciosa…...
De pronto, Marian fue arrojada por la corriente contra el cuerpo de Alberto, quedando así juntos durante un instante, que fue alucinante para él, al recibir ese cuerpo casi desnudo, , quedando muy impresionado, por el encuentro cercano inesperado.
Alberto con sus brazos remontó el cabo hasta llegar a la escalerilla, reemplazó a Ernesto que estaba al Timón, quien de inmediato fue al agua, junto a su mujer, quedando ambos un buen rato, hasta que la vela de proa, repentinamente se infló, cargó viento, esta vez del Oeste, y llamados de urgencia, dejaron el agua, volviendo al cockpit., rápidamente apagó el motor, desenrolló la mayor, que tomó de inmediato el viento que venia por la popa, y dejando a Ernesto al Timón, aseguro la vela de proa al tangón (caña que fija a la vela de proa en la banda contraria a donde esta la vela mayor), quedando de esta manera a "oreja de burro" con ambas bandas del barco utilizadas para cargar viento.
La velocidad aumentó, y navegaron durante un tiempo en esas condiciones, pero el viento se incrementó, comenzando a producir ola que venia justo por la popa, cada vez mas alta, por lo tanto comenzó a barrenar las mismas, y se produjo el fenómeno de la guiñada.
(Al terminar de barrenar el barco tiende a irse de costado presentando su flanco a la siguiente ola, el timonel debe corregir de inmediato tal efecto, por ser peligroso el grado de inclinación, y para evitar que la vela mayor cargue viento del lado contrario a su posición, porque se desplaza la botavara en forma violenta a la otra banda, y barre la misma, todo lo que haya a su paso.)
Evidentemente Ernesto aún no estaba en condiciones de afrontar tal situación, lo cual derivó en que en tres oportunidades pasara eso, con todo el susto en los noveles navegantes, pero Alberto no podía aún tomar el timón, porque debía de inmediato reducir la cantidad de paño expuesto al viento, para ello sacar el tangón, por lo cual debió ir a la proa, sosteniéndose como pudo, y estar en ese sitio, que en caso de alto grado de escora, es sumamente peligroso, máxime sin tener ni arnés ni salvavidas puesto, ya que la situación no había dado el tiempo suficiente, incluso la proa quedaba sumergida en agua.
Cuando después de mucho trabajar para sostenerse, pudo dejar la vela liberada al viento, flameando, y volver al cockpit, prácticamente arrastrándose por el pasillo, y poder comenzar a enrollar la vela de proa, hasta dejarla solo un poco de paño expuesto, la navegación paso a ser mas calma y el barco se podía dominar, tomando entonces Alberto el timón.
Marian, no había atinado a vestirse, estaba semidesnuda como antes, por la temperatura que había bajado en forma súbita, recién atinó a ponerse una remera cuando vio que la situación estaba dominada.
Ernesto se había llevado el susto de su vida, su rostro estaba muy pálido, comenzó a sentirse muy mal, agregado al cabeceo provocado por las olas, al constante rolido . El viento incrementándose, la ola más y más alta, el cielo repentinamente gris plomo, por nubes que rápidamente lo cubrieron.
Cuando esto estaba sucediendo ya estaba a la vista el faro Farallón y las islas San Gabriel, que indicaban la cercanía de Colonia.
El velero, navegaba a una velocidad alucinante, ya que aún con poco paño expuesto, el fuerte viento y la ola a favor, llegando durante la barrenada a velocidades superiores a las para las que estaba diseñado, en muy poco tiempo dejaron atrás Colonia.
Navegaban teniendo al través Riachuelo, fue cuando Alberto mandó a Ernesto a traer abrigo y la ropa de Agua de la cabina, cosa que a duras penas pudo hacer, pero que aumentó su descompostura, ahora directamente su rostro estaba verde. Cuando comenzó a llover, y caer el agua a baldazos, ya vestidos y protegidos de la lluvia, los arneses asegurados a la línea de vida, y los salvavidas puestos estaban cercanos a Punta Artilleros, la cerrazón de la lluvia se hizo absoluta, no se veía mas allá de la proa.
Tanto Marian como Ernesto no querían entrar en la cabina por miedo a marearse, y aguantaban junto a Alberto en el cockpit, el diluvio.
Ernesto había comenzado a vomitar, sentado en la bancada e inclinándose sobre la borda, cuando los movimientos del barco se lo permitían, y se sentía cada vez peor. Marian era aparentemente una elegida de la naturaleza, ya que cosa extraña, no estaba ni mareada ni descompuesta, era la que seguía las ordenes de Alberto, si necesitaba cazar (atraer) o filar (soltar) las escotas (cabos que dirigen la vela de proa).
Ernesto no paraba de lanzar, y Alberto comprendió que algo debía hacer, porque había visto muchos caso parecidos, inclusive que de persistir podía traer consecuencias graves en el organismo del afectado, pensó que la mejor solución era acostarlo, y en un instante de relativa calma entre olas y olas, fue aprovechado por Alberto, para ordenarle a Ernesto, que vaya y se acueste en una de las camas de navegación (conejera), que estaba en un lugar mas protegido de la cabina, lo cual hizo arrastrándose con dificultad, golpeándose en cada bandazo, cuando lo logró se quedó casi instantáneamente dormido. (Dormir es un refugio de la desesperación)
Siempre con la lluvia cerrada el viento amaina un poco, pero eso no sucedió, y cada vez soplaba con más intensidad, y verdaderos aullidos provocaba al pasar entre los obenques, y las olas se incrementaban en tamaño y en cantidad, por lo que Alberto puso en marcha el motor, para ayudar al timón, la situación pasaba a ser alarmante.
Alberto pensó en refugiarse en Puerto Sauce, pero desistió por las condiciones del viento, ya que acercarse a la costa es aún más peligroso, toda su experiencia le decía que era mejor correr la tormenta, dado que se trataba de un barco nuevo y en muy buen estado, así lo hizo, alejándose de la costa lo más posible.
Durante unas siete horas estuvieron en esa situación, eran dejados atrás por olas monstruosas, alcanzando grados de escora (inclinación) muy cercanos a la vuelta de campana, Alberto llegó a pensar que de eso era el fin, no se salvaba, él y Marian vieron muy cercana la muerte. (un sentimiento muy especial de angustia, desprotección y certeza casi absoluta)
Cuando estaban en una situación que no podía ser más desesperada y ya encomendados a Dios, repentinamente calmó de soplar el viento, seguían las olas pero un poco mas bajas, y no tan seguidas, y poco a poco bajaba la intensidad de la ola, y el velero seguía a buena velocidad, y así se hizo la noche, cuando ya tenían a la vista la desembocadura del Río Santa Lucia, ya casi no llovía, la temperatura no era tan fría.
En esas horas de navegación mas calma, conversaron de todo, y se conocieron como solo lo pueden hacer dos personas, solas en el medio del río mas ancho del mundo, un mar dulce como lo había definido Solís, hablaron de ellos, de sus familias, de sus historias, de sus matrimonios y de sexo…
Cercana la madrugada con un cielo completamente estrellado, libre de nube, viendo las luces del cerro de Montevideo, al tratar de cazar una escota con un molinete, tropezó Marian, cayó sobre Alberto que la atajó con sus brazos, dejando la rueda por unos instantes.
Y sucedió, mágicamente sucedió, del abrazo al beso, fue un instante, Alberto no dudo en conectar el piloto automático, que siguió timoneando en un río que poco a poco se estaba haciendo mar.
Cuando dejaban con mucho respeto por un costado a lo que fuera la gloria de la Alemania nazi, y pesadilla de la navegación aliada, los restos del acorazado Graf Spee, ellos estaban en la bancada, ya libres de la ropa de agua, y ella inclusive con la remera subida hasta la barbilla,
Aunque ninguno recordó como, se encontraron sobre una colchoneta extendida sobre la bancada, mientras de la cabina se escuchaba la respiración pesada de Ernesto, la boca de Alberto recorría el maravilloso cuerpo, mientras por el costado de la proa, se veían las balizas roja y verde del puerto comercial, y toda una hilera de boyas de iguales colores que indicaban el canal de entrada.
Mientras las manos de Alberto exploraban, las bocas jugaban, y se escuchaba el avanzar del velero, cortando el agua, que lamía los costados de la embarcación, en un río-mar que era un espejo.
Lejano el faro de la Isla de Flores, enviaba su mensaje luminoso, y los dos cuerpos en el cockpit, se unían, en una comunicación sublime de la humanidad, se mezclaban los jadeos y suspiros de placer puro, mientras al este los primeros rayos de sol anunciaban la gloria de un nuevo día, y de que la vida seguía, que el peligro había pasado.
Él no era la primera vez que había estado en peligro, varias veces había percibido cerca a la muerte, pero nunca había estado en esta circunstancia, si, con un grupo de hombres, que cuando el riesgo fue superado, aumenta la ligazón de amistad, y lo que crea es indestructible, esos hombres serán amigos de por vida, con ese algo que comparten, pero con una mujer ese algo se transforma en anhelo de ambos, y ese sexo que pueden tener, imperioso, es un agradecimiento de vida, es un sentimiento único, y solo lo saben aquellos que lo tuvieron alguna vez, y esos momentos son potenciados a un grado insuperable, no se puede definir con palabras.
Saciados, cansados de sexo y adrenalina, quedaron tendidos en la bancada, los rayos del sol que subía en el horizonte, acariciaban sus cuerpos, en ese lugar lejos de todos y todo, en medio del ahora mar salado en que navegaban, dejando al través el faro, en la proa, se veía ya, la lejana Piriápolis.
Se volvieron a amar una vez más, en forma desesperada, y cuando terminaron, tomaron conciencia del peligro, ya que Ernesto podía salir de la Cabina en cualquier momento, se vistieron pero tratando de retener en sus retinas los cuerpos que quizás nunca más volverían a ver .
Con el sol en alto, todo volvió a la normalidad, Alberto al rol de amigo e instructor, Marian al de esposa fiel, y Ernesto ya repuesto, recupero su habitual seguridad y dominio, y nada decía lo que había pasado, y el mar nuevamente sereno y apacible, el calor restauró las heridas del frío que deja el temor a la muerte.
Al atardecer llegaron a Punta del Este, con toda su magnificencia y opulencia, y todo terminó, Marian y Ernesto agradecieron a Alberto, incluso con un plus en la cifra que habían pactado, cuando ya comenzaba a alejarse por el muelle, rumbo a tomar el bus para llegar a Montevideo, dio vuelta la cabeza para mirar por ultima vez al barco, vio que en la proa, Marian lo estaba viendo alejar…
Ya en Buenos Aires, después del verano, muchas veces Alberto alargó su mano al teléfono para llamar a Marian, nunca se atrevió, no quería destruir, y con toda seguridad, a ella le sucedió lo mismo, y nunca mas, ella quedó en el horizonte, como un recuerdo que jamás olvidaría.
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