Buenos Aires, 30 de octubre de 2006.-
Sr. Presidente del Colegio Público de Abogados.
Dr. Jorge Rizzo.
PRESENTE
Me dirijo a Ud. a fin de hacerle llegar mi renuncia, al cargo de Miembro Titular del Consejo Directivo del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, a partir del día de la fecha, función para la que fui elegido -por el voto de mis colegas- en abril del año en curso.
Motiva la presente, mi discrepancia más absoluta con la forma en que se está conduciendo el Colegio Público, entidad que, -en tanto importa la afiliación profesional obligatoria- no solo debe garantizar la libertad de ideas, sino que debe ser el ámbito en el cual se las puedan exponer con la más absoluta tranquilidad y libertad, exento de las ofensas y descalificaciones propinadas de modo reiterado y sistemático a quienes tenemos convicciones opuestas al pensamiento y la acción del oficialismo, tal como resulta de las actas del Consejo Directivo.
Estas prueban lo expresado, y ponen de manifiesto un clima de violencia verdaderamente intolerable, que destruye los presupuestos democráticos que hacen factible el desempeño del honroso mandato que recibí de los matriculados.
Además, situaciones similares ocurren en otros escenarios del Colegio, forzando renuncias (como por ejemplo, la del doctor Sabsay a la Dirección del Instituto de Derecho Constitucional) o colocando en riesgo el cumplimiento de las funciones esenciales que la ley 23.187 encomienda a la entidad, al perseguir el alejamiento del doctor Juan Antonio Hussey de las responsabilidades que le fueran confiadas por expresar públicamente sus razonadas críticas a la forma en que Ud. conduce al Colegio, o impidiendo con su proscripción el derecho de una matriculada a formar parte de una comisión asesora del Consejo Directivo, por el hecho de haber tenido intervención en el trámite de creación de CASSABA.
A estos hechos debe agregársele que hace siete meses que se ha impedido el funcionamiento del Tribunal de Disciplina del Colegio, hecho inédito en la vida de la Institución.
Podría seguir con la larga lista de muy tristes episodios que ponen claramente de manifiesto un manejo autoritario y antidemocrático que no solo no comparto, sino que cuestiono y objeto. Ante tal cuadro de situación mi presencia no tiene sentido. El Consejo no recorre el camino correcto. Los veinte años de vida del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y su promisorio futuro reclaman de un diálogo leal y deferente entre todos los referentes de la abogacía que allí convergen, como así también, de la búsqueda de consensos y armonías.
Ganar una elección no implica ni autoriza a llevar por delante a quienes no piensan de igual manera. Si entre los abogados no hay respeto personal y no hay cuidado por las formas, será muy difícil que se pueda construir un Colegio mejor, como todos pretendemos, para beneficio de los abogados. Al incurrir en las desafortunadas actitudes ya señaladas, se menoscaba no solo la jerarquía, sino el propio destino de nuestra colegiación.
Como no comparto ni sus formas, ni la metodología con que se está conduciendo el Colegio he tomado la decisión de no continuar integrando el Consejo del Colegio Público de Abogados que Ud. preside a partir del día de la fecha.
Saludo a Ud.
Guillermo J. Borda
Tº 16 Fº 748
Sr. Presidente del Colegio Público de Abogados.
Dr. Jorge Rizzo.
PRESENTE
Me dirijo a Ud. a fin de hacerle llegar mi renuncia, al cargo de Miembro Titular del Consejo Directivo del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, a partir del día de la fecha, función para la que fui elegido -por el voto de mis colegas- en abril del año en curso.
Motiva la presente, mi discrepancia más absoluta con la forma en que se está conduciendo el Colegio Público, entidad que, -en tanto importa la afiliación profesional obligatoria- no solo debe garantizar la libertad de ideas, sino que debe ser el ámbito en el cual se las puedan exponer con la más absoluta tranquilidad y libertad, exento de las ofensas y descalificaciones propinadas de modo reiterado y sistemático a quienes tenemos convicciones opuestas al pensamiento y la acción del oficialismo, tal como resulta de las actas del Consejo Directivo.
Estas prueban lo expresado, y ponen de manifiesto un clima de violencia verdaderamente intolerable, que destruye los presupuestos democráticos que hacen factible el desempeño del honroso mandato que recibí de los matriculados.
Además, situaciones similares ocurren en otros escenarios del Colegio, forzando renuncias (como por ejemplo, la del doctor Sabsay a la Dirección del Instituto de Derecho Constitucional) o colocando en riesgo el cumplimiento de las funciones esenciales que la ley 23.187 encomienda a la entidad, al perseguir el alejamiento del doctor Juan Antonio Hussey de las responsabilidades que le fueran confiadas por expresar públicamente sus razonadas críticas a la forma en que Ud. conduce al Colegio, o impidiendo con su proscripción el derecho de una matriculada a formar parte de una comisión asesora del Consejo Directivo, por el hecho de haber tenido intervención en el trámite de creación de CASSABA.
A estos hechos debe agregársele que hace siete meses que se ha impedido el funcionamiento del Tribunal de Disciplina del Colegio, hecho inédito en la vida de la Institución.
Podría seguir con la larga lista de muy tristes episodios que ponen claramente de manifiesto un manejo autoritario y antidemocrático que no solo no comparto, sino que cuestiono y objeto. Ante tal cuadro de situación mi presencia no tiene sentido. El Consejo no recorre el camino correcto. Los veinte años de vida del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y su promisorio futuro reclaman de un diálogo leal y deferente entre todos los referentes de la abogacía que allí convergen, como así también, de la búsqueda de consensos y armonías.
Ganar una elección no implica ni autoriza a llevar por delante a quienes no piensan de igual manera. Si entre los abogados no hay respeto personal y no hay cuidado por las formas, será muy difícil que se pueda construir un Colegio mejor, como todos pretendemos, para beneficio de los abogados. Al incurrir en las desafortunadas actitudes ya señaladas, se menoscaba no solo la jerarquía, sino el propio destino de nuestra colegiación.
Como no comparto ni sus formas, ni la metodología con que se está conduciendo el Colegio he tomado la decisión de no continuar integrando el Consejo del Colegio Público de Abogados que Ud. preside a partir del día de la fecha.
Saludo a Ud.
Guillermo J. Borda
Tº 16 Fº 748
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